Tropas británicas y rebeldes chiíes continuaron ayer sus
enfrentamientos en Basora y en Amara, al sur de Bagdad, mientras
que en la capital se creaba el primer frente político para combatir
contra la ocupación por medios pacíficos.
Cinco milicianos iraquíes murieron y nueve soldados británicos
resultaron heridos en los combates de Basora y Amara, nuevos
escenarios de la insurrección armada de los partidarios del clérigo
radical chií Muqtada Al Sadr.
Decenas de milicianos se hicieron a primera hora de la mañana
con el control de varios barrios de Basora.
Las fuerzas británicas se desplegaron por la ciudad y
garantizaron la seguridad de la sede de la Gobernación provincial,
lo que no impidió que el Ejército de Al Mahdi siguieran con sus
hostigamientos contra las patrullas del Reino Unido.
Las tropas británicas tomaron las oficinas de Al Sadr en Basora,
e hicieron lo propio en Amara, 200 kilómetros al norte de Basora y
donde también irrumpieron en una de las oficinas del clérigo
rebelde, lo que provocó una verdadera batalla campal en el centro
de esa localidad.
Por su parte, unas 500 personalidades iraquíes de diversos
sectores políticos no vinculados al Consejo de Gobierno -auspiciado
por Estados Unidos- celebraron ayer en Bagdad un congreso destinado
a elaborar una plataforma común para poner fin a la ocupación.
Más de 35 organizaciones, entre ellas varias de confesión chií y
suní, kurdas y cristianas, han redactado un acuerdo en el que
anunciaron lo que han llamado «la primera conferencia fundacional
iraquí».
Según el texto acordado, los ponentes se comprometen a utilizar
«todos los medios legales para poner fin a la ocupación y crear un
nuevo Estado iraquí con una soberanía plena».
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