Ajamad Kadírov, en el centro, mortalmente herido momentos después de la explosión de la bomba. Foto: MUSA SADULAYEV

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El presidente de Chechenia, Ajmad Kadírov, murió ayer en un atentado con bomba que causó decenas de víctimas, entre muertos y heridos, en Grozni, durante los festejos del 59 aniversario de la Victoria en la II Guerra Mundial. El ataque, atribuido a los separatistas islámicos de esa república rusa del Cáucaso Norte, prácticamente decapitó la cúpula político-militar de Chechenia, ya que también murió el presidente del Consejo de Estado chechén, Husein Ajmádov.

El atentado en Grozni es uno de los golpes más duros asestados por la guerrilla en casi cinco años de guerra. En medio de una confusión generalizada, diversos ministerios ofrecían distintas cifras de víctimas mortales, de 4 a 40 personas fallecidas, entre las que se encuentra un periodista de la agencia Reuters. Sólo casi cinco horas después la explosión en el estadio de Grozni, Putin confirmó oficialmente la muerte del presidente chechén.

La bomba colocada bajo el palco de honor del estadio Dinamo de la capital chechena, también hirió gravemente al comandante en jefe de las tropas rusas en el Cáucaso Norte, general Valeri Baránov.

Según fuentes policiales, el artefacto explosivo estaba colocado en el interior de una viga de hormigón y había sido instalado al menos hace dos meses, cuando se efectuó la renovación del estadio, lo que impidió su detección por los servicios de seguridad.

«Kadírov ha muerto, pero ha partido sin ser vencido», dijo el numero uno del Kremlin, quien poco antes había declarado que el «castigo caerá ineludiblemente sobre los terroristas». Putin manifestó que el presidente chechén era «un hombre de verdad, heroico. Con sus acciones demostró de manera fehaciente que no puede haber ningún signo de igualdad entre los bandidos terroristas y todo un pueblo».