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Una corte marcial estadounidense halló ayer al soldado Jeremy C. Sivits culpable de maltrato a presos iraquíes, conspiración y abandono del deber, y le condenó con la pena más dura de las posibles en el código militar norteamericano, un año de cárcel y la expulsión del Ejército. Jeremy Sivits fue declarado culpable de tres acusaciones de abusos en el primer consejo de guerra contra soldados norteamericanos por el delito de malos tratos a prisioneros iraquíes. Sivits, que prestaba sus servicios en la Policía Militar con el rango de «especialista», fue asimismo degradado tres categorías hasta el rango de soldado raso y expulsado del Ejército por mala conducta, debido a sus actividades en la prisión. «Quisiera pedir perdón al pueblo iraquí y a todos los detenidos», dijo Sivits entre lágrimas, al oír la sentencia. «Debería haberme centrado en cuidar a los detenidos en vez de hacerles fotos», dijo.

En un comunicado de prensa urgente, la Autoridad Provisional de la Coalición anunció que el soldado Sivits será trasladado en breve a un centro de detención provisional militar por un corto periodo de tiempo. A continuación será internado en un penal militar de ámbito regional. «Sivits todavía podrá ser llamado como testigo en futuros juicios tanto por la defensa como por la acusación», concluye el comunicado. Según fuentes militares estadounidenses, Sivits ha cooperado con los fiscales y sus declaraciones están consideradas como cruciales para la celebración de los siguientes juicios. Sivitis estaba acusado de ser el autor de las fotografías de los prisioneros. En las instantáneas que dieron la vuelta al mundo, se ve a varios iraquíes desnudos, atados con correas, forzados a realizar posturas obscenas, con sus genitales estrangulados con alambres o amenazados por perros. En su alegato, este joven policía militar dijo que había «aprendido la lección», aunque se excusó alegando que «sólo quería ayudar a los iraquíes».

Los fiscales solicitaron al juez militar que impusiera la condena más dura a pesar de la buena disposición del acusado para dar información sobre los abusos y sobre otros implicados en el escándalo contra los que parece dispuesto a testificar. A ese respecto, la acusación recalcó que Sivits sabía en todo momento que lo que estaba realizando con los presos estaba prohibido por la Convención de Ginebra sobre prisioneros de guerra. Sivits, en un último intento por salir decoroso el juicio pidió de forma directa al juez que le permitiera permanecer en las filas del Ejército estadounidense porque, según dijo, siempre había sido el deseo de su vida. El juez hizo oídos sordos. Las reacciones oficiales a la condena del soldado no se han hecho esperar en Bagdad. El portavoz del Consejo de Gobierno Iraquí, Hamid al Kifai, dijo que el Consejo aún no puede tomar una posición clara porque el juicio no está, ni con mucho, acabado. «Es una verdadera comedia. El juicio se ha celebrado sólo para que los norteamericanos se hagan la foto y queden bien ante los medios», dijo.