Según los datos recogidos en el informe, Al Qaeda sí se benefició
de ayuda de Sudán (donde se instaló Bin Laden en 1991-1996) e,
indirectamente, de Pakistán, a través del apoyo que este país
prestaba al régimen talibán en el vecino Afganistán. Pakistán no
rompió con los talibán hasta después del 11-S, aunque sabía que Bin
Laden se escondía en el país.
Además, hay pruebas de que dos días antes, el 9 de septiembre,
el líder del comando, Mohamed Atta, no había decidido aún si el
vuelo que finalmente se estrelló en Pensilvania iba a estrellarse
contra la Casa Blanca o contra el Capitolio. El primer informe,
dedicado a analizar la historia de Al Qaeda, concluye además que la
red sigue «intentando activamente atacar Estados Unidos y causar
las máximas víctimas», «independientemente de la táctica», y
menciona su deseo de usar bombas sucias o armas químicas o
biológicas.
La relación del régimen de Sadam con Al Qaeda fue uno de los
argumentos esgrimidos por la Administración Bush para justificar la
guerra de Irak y fue usado también por el Gobierno de Aznar. El
lunes el vicepresidente Dick Cheney y ayer el presidente George W.
Bush, insistía en la vinculación Al Qaeda-Sadam. El informe admite
que Bin Laden mantuvo contactos y «exploró una posible cooperación»
con el régimen de Sadam Husein antes de 1996, mientras el
terrorista saudí tenía sus bases en Sudán. También recoge
informaciones de posibles contactos posteriormente, cuando Bin
Laden se instaló en Afganistán, pero «no parece que llevaran a una
relación de colaboración».
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