El último grupo rebelde hutu aún en activo en Burundi, las
Fuerzas Nacionales de Liberación (FNL), se atribuyó la autoría del
ataque, pero insistió en que disparaba sólo contra los miembros de
las fuerzas de seguridad burundeses que se habían adentrado en el
campo ante el avance de los rebeldes. El presidente de Burundi, el
hutu Domitien Ndayizeye, dijo sobre esa versión: «lo desmiento
totalmente. Como se ha visto, son civiles, especialmente niños y
mujeres, que han sido salvajemente masacrados».
Ndayizeye también afirmó que se trataba de una agresión lanzada
desde la vecina República Democrática del Congo (RCD) por parte de
una «coalición» y agregó que, «según los testigos, los atacantes
hablaban dialectos congoleños, además del kirundi», principal
idioma de Burundi.
Los muertos, además de los más de 110 heridos, recibieron no
sólo balazos sino también machetazos, y algunos de los cadáveres
fueron quemados, según testigos.
Se teme también por las vidas de unos 30 heridos, dada la
gravedad de su estado.
Acudió también al lugar de los hechos la enviada especial de la
ONU para Burundi, Noureldine Satti, quien se mostró «horrorizada».
«Sólo puedo expresar mi incomprensión ante semejante barbaridad»,
agregó la representante de Kofi Annan, durante su visita al campo,
que es administrado por la ONU.
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