Una madre acaricia la cara de su hijo, uno de los muchos que murieron en el asalto a la escuela. Foto: SERGEY PONOMAREV

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Más de 200 personas murieron ayer en el asalto a la escuela de Beslán en una operación que, según explicaron las autoridades rusas, fue forzada por los acontecimientos. «Ha ocurrido una tragedia. No lo esperábamos», confesó Aslanbek Aslajánov, representante del Kremlin para Chechenia, quien por la mañana había llegado a Beslán para negociar con el comando terrorista que desde el miércoles retenía en una escuela a varios centenares de personas. Reforzó sus palabras con el temor de que el número de víctimas mortales supere las 150 personas, mientras el número de heridos asciende a 646, 227 de ellos niños. Asjajánov, quien también es consejero del presidente ruso, comunicó que los terroristas tenían en su poder a unas 1.200 personas, el 70 por ciento de las cuales eran niños, frente a los 354 que se habían anunciado en un principio.

«No planificábamos realizar ningún tipo de operaciones con el empleo de la fuerza. Teníamos previsto continuar las negociaciones para lograr la liberación por medios pacíficos», aseguró el jefe del Servicio Federal de Seguridad (FSB, antigua KGB) de Osetia del Norte, Valeri Andréyev.Sus palabras fueron confirmadas más tarde por una rehén que fue testigo directo de los acontecimientos que desembocaron en la masacre de la escuela de Beslán. «Los terroristas habían colgado varias bombas al techo con cinta adhesiva. Una de ellas se desprendió, la bomba cayó y detonó». La mujer, de unos 30 años, presentaba un gran corte en la nuca y sangraba profusamente mientras contaba que «sonaron una tras otra dos potentes explosiones, del edificio empezaron a salir corriendo los rehenes y los terroristas abrieron fuego contra ellos».

En medio del tiroteo y las explosiones, mujeres y niños semidesnudos huían despavoridos de la escuela convertida en un infierno. Para minimizar las víctimas entre los niños, contra los que estaban disparando los secuestradores, abrieron fuego las fuerzas de Seguridad que rodeaban la escuela e irrumpieron en el interior. También Aslajánov insistió en que «no se planeaba el asalto» del colegio y la entrada de las fuerzas de seguridad en el edificio fue para proteger la vida de los rehenes. La improvisación con la que se actuó en aquel momento se refleja en que muchas horas después aún continuaban los combates entre las fuerzas de Seguridad y los restos del comando terrorista.