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El presidente ruso, Vladímir Putin, apeló a la unidad de la ciudadanía del país para vencer en la «guerra total» que el terrorismo ha declarado a Rusia, en un mensaje ayer a la nación tras la masacre que costó la vida al menos a 323 personas en la ciudad noroseta de Beslán. «Es amargo y difícil hablar», con estas palabras comenzó el jefe del Kremlin un discurso transmitido por radio y televisión a todos los rincones de Rusia.

Añadió que esa debilidad animó a los enemigos de Rusia al afirmar que «a los débiles se les golpea». «Unos buscan arrebatarnos un pedazo apetitoso y otros les ayudan. Les ayudan pues suponen que Rusia, como una de las mayores potencias nucleares, siguen siendo una amenaza para ellos y, por tanto, hay que eliminarla», dijo.

Putin, que a primera hora de la mañana hizo una visita a Beslán, dijo que en esa ciudad de Osetia el país chocó «no sólo con asesinos, sino con quienes emplean las armas contra niños indefensos». «Estamos frente a una intervención directa del terror internacional contra Rusia».

El jefe del Kremlin, que declaró duelo nacional los próximos días 6 y 7 por las víctimas de Beslán, admitió que las autoridades de Rusia en su momento no se percataron de la «complejidad y peligro» que entrañan los procesos que se desarrollan en el país y el mundo. «Nuestro país, que antes tenía el más potente sistema de defensa de sus fronteras, de golpe quedó desprotegido, tanto desde Occidente como desde Oriente», dijo en alusión a la desintegración de la URSS.

El presidente ruso subrayó que «el terrorismo es, desde luego, sólo un instrumento para conseguir esos objetivos». «Lo que ha ocurrido es una acción inhumana, un crimen terrorista sin precedente por su crueldad», añadió.