Dos soldados de EEUU fallecieron ayer en Mosul al explosionar un coche bomba conducido por un suicida.

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Al menos seis soldados de EEUU y cinco civiles iraquíes han muerto en una nueva jornada de violencia en Irak, mientras que el primer ministro interino iraquí, Iyad Alaui, amenazó con una gran operación militar contra la ciudad rebelde de Faluya. La última acción violenta tuvo lugar ayer por la tarde y causó la muerte de dos soldados norteamericanos cuando un coche bomba conducido por un suicida explotó al paso de tres vehículos militares de EEUU en Mosul, unos 400 kilómetros al norte de Bagdad.

Mientras tanto, las tropas de EEUU intensificaron su campaña contra feudos de insurgentes suníes, especialmente en Ramadi, Hit y Faluya, donde sospechan que en esta última se esconden seguidores del terrorista jordano Abu Musab al Zarqaui, presunto líder de Al Qaeda en Irak.

Según el mando militar estadounidense, en el ataque, ocurrido en el barrio Al Qahira, al norte de Mosul, otros cinco soldados resultaron heridos de diversa consideración. Con estas muertes, asciende a seis la cifra de soldados de EEUU fallecidos ayer en diversos ataques perpetrados en distintos puntos de Irak. De los cuatro soldados restantes, tres perdieron la vida al estallar al paso de su convoy un artefacto explosivo en una carretera de Bagdad, según un comunicado militar.

Otro soldado estadounidense murió al oeste de la capital iraquí a causa de la explosión de una bomba. Los ataques con artefactos escondidos que se accionan a distancia es uno de los métodos más usados por los grupos insurgentes iraquíes contra las fuerzas de ocupación, especialmente en la zona de Bagdad. Con las nuevas bajas se eleva a cerca de 1.070 el número de soldados norteamericanos fallecidos en Irak desde que en marzo de 2003 comenzara la invasión y posterior ocupación del país árabe. En la aldea de Jan Dari, a unos 25 kilómetros al oeste de la capital, otro coche bomba hizo explosión y causó la muerte de cinco iraquíes y heridas a una docena.

Esta operación militar tiene como objetivo estabilizar el país antes de las elecciones de enero próximo, y tiene lugar después de que el Gobierno de Alaui consiguiera calmar el frente chií tras un acuerdo alcanzado esta semana con representantes del clérigo radical Muqtada al Sadr en el barrio bagdadí de Ciudad al Sadr. Alaui exigió ayer que Zarqaui y sus seguidores se entreguen y advirtió que, de lo contrario, «estamos preparados para lanzar operaciones de mayor envergadura en Faluya», a unos 60 kilómetros al oeste de la capital.