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MARÍA PEÑA-TUCSON
El presidente de EEUU, George W. Bush, y su rival demócrata, John Kerry, intentarán en su último debate presidencial convencer a los indecisos en asuntos como el desempleo, la escasez de cobertura médica y otros retos domésticos. El tercer y último debate entre los dos candidatos tuvo lugar esta madrugada en la ciudad de Tempe, Arizona.

A sólo 21 días de los comicios del próximo 2 de noviembre, Bush y Kerry, empatados en las encuestas de intención de voto -y sin haber conquistado aún a los indecisos-, han afilado sus ataques mutuos en materia de seguridad nacional, lucha antiterrorista y la agenda doméstica.

El candidato demócrata llega a Arizona con el viento a su favor, por las noticias que acosan a Bush en lo que va del mes: el déficit alcanza niveles récord, su popularidad ha bajado en las encuestas y los informes destacan la anémica creación de empleos y, en el frente internacional, la ausencia de armas prohibidas en Irak.

Kerry, percibido como el ganador de los primeros dos debates en Miami y Misuri, suele recordar a los votantes que las políticas de Bush han beneficiado principalmente a los ricos, en detrimento de las clases media y trabajadora. El senador por Massachusetts ha dicho que a Bush «le sobran las excusas» sobre los pocos logros en asuntos como la creación de empleos, la cobertura médica y la educación.