A sólo 21 días de los comicios del próximo 2 de noviembre, Bush
y Kerry, empatados en las encuestas de intención de voto -y sin
haber conquistado aún a los indecisos-, han afilado sus ataques
mutuos en materia de seguridad nacional, lucha antiterrorista y la
agenda doméstica.
El candidato demócrata llega a Arizona con el viento a su favor,
por las noticias que acosan a Bush en lo que va del mes: el déficit
alcanza niveles récord, su popularidad ha bajado en las encuestas y
los informes destacan la anémica creación de empleos y, en el
frente internacional, la ausencia de armas prohibidas en Irak.
Kerry, percibido como el ganador de los primeros dos debates en
Miami y Misuri, suele recordar a los votantes que las políticas de
Bush han beneficiado principalmente a los ricos, en detrimento de
las clases media y trabajadora. El senador por Massachusetts ha
dicho que a Bush «le sobran las excusas» sobre los pocos logros en
asuntos como la creación de empleos, la cobertura médica y la
educación.
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