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MARÍA PEÑA-GAITHERSBURG
Las elecciones en Estados Unidos pusieron a prueba ayer la conciencia cívica de millones de votantes en todo el país, quienes afrontaron colas de hasta tres horas, y el mal tiempo en algunos sitios, para emitir su sufragio. Decenas de votantes coincidieron en que no podían desaprovechar este «momento histórico», en el que, además de la presidencia, están en juego los 435 escaños de la Cámara de Representantes y un tercio del Senado, y once gobiernos de estados.

En estados como Nueva Jersey, grupos y activistas han presionado infructuosamente para que las autoridades busquen centros de votación alternativos y no interrumpan las clases. En vez de alumnos y mochilas recargadas de libros, los votantes, algunos empujando cochecitos o cargando a niños adormecidos, se presentaron desde tempranas horas a sus respectivos recintos. En Gaithersburg (Maryland), a unos 35 kilómetros al norte de Washington, el gimnasio de la escuela primaria de Flower Hill contaba con una veintena de máquinas de votación electrónica y un número similar de voluntarios, lo que la convirtió en un hervidero de activismo político. Allí, Alicia Prathers, de raza negra, llegó a votar a favor del candidato demócrata John Kerry. Al ver las largas colas, comentó a EFE resignada: «son inconvenientes, pero son parte de la democracia».

La jornada electoral no es día festivo en EEUU -han fracasado varios intentos estatales con ese objetivo-, por lo que las hasta 125 millones de personas que acudirán a las urnas lo harán antes o después del trabajo, o durante la hora del almuerzo. Para evitar problemas de logística, seguridad y congestión de tráfico, la mayoría de las escuelas públicas canceló ayer sus clases para transformarse en centros de votación, aunque la decisión corresponde a cada distrito escolar.