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Las últimas horas de un hombre de ojos protuberantes, labio belfo y expresión de sorpresa permanente, Yaser Arafat, mantienen en vilo a 3,6 millones de palestinos que ya saben que la ignominiosa Múkata será el lugar de entierro de su histórico líder y, de seguro, se convertirá en centro de peregrinaje.

Mientras la cúpula palestina ofrecía una rueda de prensa en París, los políticos de la ANP en Ramala celebraban sendas reuniones con carácter urgente del Comité Ejecutivo de la OLP y el Comité Central de Al-Fatah en la Mukata de Ramala, al concluir el ayuno del Ramadán.

El portavoz y secretario general de la presidencia, Tayib Abdel Rahim, ha anunciado esta tarde en Ramala que «Arafat sufre en estos momentos un derrame cerebral. Si Dios lo quiere así, se seguirán todos los procedimientos para su entierro en la Mukata, porque es un símbolo y ha sido el lugar de reclusión de Arafat en los últimos tres años» por Israel, agrega el comunicado.

Los restos del presidente palestinos descansarán en la Múkata, convertida en mausoleo, agregaron fuentes palestinas.

Se trata de la sede de Gobierno de la ANP en Ramala, un complejo de edificios, denominada «Múkata», convertida en verdadera prisión ignominiosa para el presidente palestino, donde permaneció confinado desde diciembre de 2001 por Israel hasta el pasado 29 de octubre en que fue trasladado a París. El Ejército de Israel controlaba todos los movimientos del presidente en el edificio que quedó en pie, aunque maltrecho, tras los bombardeos repetidos llevados a cabo en abril de 2002, cuando un proyectil llegó a hacer blanco en la habitación contigua a su dormitorio.

El duro y estricto confinamiento sufrido por el líder palestino, Yaser Arafat, en la destartalada Múkata agravó su salud considerablemente dada la prohibición de Israel a que abandonara el recinto a no ser que se tratara de un «viaje sin vuelta», por orden expresa del primer ministro, Ariel Sharón.