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La Infantería de EEUU logró reconquistar un tercio de la ciudad rebelde iraquí de Faluya en el primer día de la anunciada ofensiva final, en una jornada en la que los insurgentes golpearon con violencia en la vecina Baquba y en Kirkuk. El secretario general de la ONU, Kofi Annan, llamó ayer por teléfono al presidente de EEUU, George W. Bush, para expresarle, sin embargo, su temor de que el ataque sea «contraproducente» y ayude a desestabilizar aún más Irak. El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) dijo ayer que está «extremadamente preocupado» por la suerte de decenas de miles de iraquíes que han abandonado Faluya para escapar de los ataques de las fuerzas militares estadounidenses contra esa ciudad.

Faluya es desde hace varios días una ciudad fantasma, con los accesos sellados, y más de la mitad de la población refugiada en las pequeñas aldeas aledañas. En el interior permanecen unas 150.000 personas, sin electricidad ni agua corriente, y con escasas reservas de combustible para las lámparas de queroseno. El primer ministro interino iraquí, Iyad Alaui, anunció la imposición de un toque de queda nocturno en la capital, y el mando militar de EEUU en Bagdad reconoció que el aeropuerto de la capital fue cerrado al tráfico civil debido a que los insurgentes lanzaron un cohete contra un avión de cargo.

Soldados de los cuerpos de infantería entrenados para la lucha de guerrilla urbana, tomaron posiciones en sedes municipales, inmuebles, mezquitas, y otros puntos estratégicos como la estación de ferrocarril, que convirtieron en «base de vanguardia», informaron testigos de las operaciones. Oficiales del cuadro de mando que dirige el embate dijeron, por su parte, que las tropas estadounidenses afianzaron las posiciones estratégicas ganadas a los insurgentes y ahora se aprestan a avanzar hacia los conflictivos barrios noroccidentales de Yolan, Al-Askari y Al-Shuhada, baluartes de los rebeldes. Una decena de soldados estadounidenses han muerto desde el inicio del asalto lanzado contra Faluya, declaró anoche un alto responsable militar en Irak, el general Thomas Metz, sin querer dar datos precisos.