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NAMIR SOBHI-BAGDAD
Al menos 1.200 insurgentes, 31 soldados norteamericanos y siete guardias iraquíes han muerto en la ofensiva contra Faluya, donde los combates prosiguen pese al fin de los enfrentamientos anunciado ayer por el Gobierno de Bagdad. Al poco de que fuentes oficiales iraquíes dijeran que los choques armados habían concluido, la información era desmentida por el secretario de Defensa de EEUU, Donald Rumsfeld, y portavoces militares estadounidenses afirmaban que los rebeldes se han replegado pero sin abandonar las armas en el bastión rebelde suní.

Un hombre que se identificó como Abu Tiba Al Taie aseguró a la televisión Al Yazira que «los medios de comunicación están exagerando las cifras de muertos» en las filas de los insurgentes, en las que aseveró que únicamente se habían producido cien bajas. «Los medios (estadounidenses) están fuera de la ciudad, así como los del (primer ministro, Iyad) Alaui» dijo para garantizar la veracidad de sus declaraciones, tras revelar que «fuertes batallas se libran aún» en la localidad.

Testigos citados por emisoras de televisión árabes aseguraban entretanto que las hostilidades continuaban en la tarde del domingo en ese núcleo urbano, al oeste de esta capital y donde no hay todavía recuentos fiables de víctimas civiles. Lo único seguro a ese último respecto es que decenas de cadáveres permanecen y se encuentran en proceso de descomposición en la calles de Faluya sin que se conozca si pertenecen a guerrilleros o a pobladores civiles, según las fuentes. La confusión también se extendía sobre el número real de muertos en las filas insurrectas.

Tras reconocer que 31 soldados estadounidenses habían perdido la vida en las operaciones militares, el mando castrense norteamericano informó en un comunicado que 1.200 insurgentes habían muerto en la ciudad en la última semana. Fuentes de la insurgencia en Faluya redujeron, no obstante, a un centenar las perdidas humanas entre la rebelión.