Kuchma, admitió, de hecho, la posibilidad de anular los
resultados de las elecciones del pasado domingo, impugnadas como
fraudulentas por la oposición y por centenares de miles de
manifestantes. «Nadie y en ningún caso debe sentirse vencido ni
vencedor», declaró Kuchma, en alusión al primer ministro Víctor
Yanukóvich, a quien los preliminares resultados oficiales dan por
vencedor, y al líder de la oposición, Víctor Yúschenko, quien
encabeza la revuelta popular. El actual presidente, quien hasta
ahora, junto con Rusia, apoyó por todos los medios a Yanukóvich, no
ocultó que el principal móvil de semejante acuerdo es el temor por
la integridad del país.
Por su parte, el líder opositor Víctor Yúschenko afirmó que su
«único objeto de las negociaciones» fue conseguir «la repetición de
los comicios» bajo control de la OSCE. «Sin victoria nadie se irá
de esta plaza», declaró el dirigente opositor aclamado por decenas
de miles de personas que lo apoyan desde hace seis días en el
centro de Kiev.
Bajo amenaza de pasar a «acciones activas», Yúschenko concedió a
las autoridades «uno o dos días, como máximo» para que acepten la
repetición de los comicios y puso una serie de condiciones para su
celebración. El primer punto de la declaración leída por Kuchma
indica que «las partes renuncian al uso de la fuerza para evitar la
escalada del conflicto que podría provocar el derramamiento de
sangre».
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