Foto de familia de los Veinticinco, más el secretario general de la ONU, Kofi Annan, y el primer ministro de Turquía, Recep Tayyip Erdogan.

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JOSÉ MANUEL SANZ-BRUSELAS
Los líderes de la UE tomaron ayer una de sus decisiones más trascendentales al abrir la puerta de la adhesión a Turquía, un país musulmán de 70 millones de habitantes cuya renta 'per cápita' es hoy apenas el 28% de la media de la Unión ampliada. El presidente de turno de la UE, el holandés Jan Peter Balkenende, admitió que tanto Turquía como la Unión han actuado con «valentía» al fijar finalmente una fecha -el 3 de octubre del próximo año- para abrir las negociaciones.

Su ingreso en la Unión, por último, deberá ser ratificado en referéndum en países como Francia y Austria, cuyas opiniones públicas a día de hoy son mayoritariamente contrarias a la incorporación del gigante turco. Pese a todo, como destacó el canciller alemán Gerhard Schröder, la decisión que importaba era que Turquía pudiera comenzar a negociar.

El histórico acuerdo llegó después de un largo pulso entre los veinticinco jefes de Estado o Gobierno europeos y el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, quien aseguró a la prensa al final de la jornada que ayer se vieron recompensados «41 años de esfuerzos». Los europeos han impuesto al Gobierno del islamista moderado Erdogan muy duras condiciones para que Turquía llegue a ser socio algún día de la Unión.

Ankara deberá reconocer, mediante un subterfugio jurídico, a la república de Chipre; las negociaciones con la UE no podrán terminar antes de 2014; en cualquier momento éstas podrán interrumpirse, si así lo decide el Consejo. Por si este 'vía crucis' previo no fuera suficiente, el acuerdo final establece que, si Turquía llega a ser miembro, se le podrán aplicar derogaciones y cláusulas de salvaguardia que la excluyan de las ayudas financieras más sustanciosas.

La historia europea demuestra que lo que empieza siendo una nota a pie de página en un informe de Bruselas -la moneda única, por ejemplo- acaba convirtiéndose en un logro de dimensiones históricas. La decisión de los líderes sólo fue posible después de que Turquía accediera a reconocer, tácitamente, la existencia de Chipre, cuya parte norte ocupa militarmente desde la invasión de 1974.