El presidente George W. Bush pidió ayer que Estados Unidos y Europa
inicien una «nueva era» en la alianza común que deje atrás los
desacuerdos, sobre todo por la guerra de Irak, para afrontar los
principales retos mundiales, empezando con Oriente Medio. Bush
pidió también más ayuda europea para Irak e insistió en que Irán
debe suspender su programa nuclear militar y en que Siria retire a
su contingente militar del Líbano.
Bush hizo un esfuerzo por mostrar que ha dejado atrás las
fuertes diferencias que su Gobierno tuvo con muchos países europeos
en los últimos años, exacerbadas por Irak pero que se remontan
también a la oposición de Washington al Protocolo de Kioto y la
Corte Penal Internacional. «Ningún debate temporal, ninguna
diferencia pasajera entre gobiernos. Ningún poder sobre la Tierra
nos dividirá nunca», afirmó.
No por casualidad, Bush fue presentado por el primer ministro
belga, Guy Verhofstadt, uno de los líderes europeos que más
oposición mostró a la guerra de Irak, y que ayer, sin embargo,
pidió que se olvide la discusión «sobre quién tenía razón y quién
no».
Bush, quien hoy realizará una visita por primera vez a las
instituciones de la Unión Europea, dijo que «Estados Unidos apoya
una Europa fuerte porque necesitamos un socio firme en la dura
tarea de promover la libertad en el mundo», en una frase que
reconoce que su Gobierno considera ya a la Unión Europea como un
socio de igual envergadura y no una sucesión de países. El
presidente estadounidense señaló que el principal objetivo de esta
acción conjunta debe ser Oriente Medio, a fin de ayudar a la
consecución de la paz entre israelíes y un Estado palestino
democrático que luche contra el terrorismo. «Una solución al
conflicto entre israelíes y palestinos está ahora al alcance»,
señaló, aunque reconoció que un acuerdo final será complicado.
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