Añadió que Rusia «ha dejado claro que no seguirá adelante hasta que
los iraníes hayan satisfecho las preocupaciones de la comunidad
internacional acerca de que han abandonado su programa nuclear
militar. Creemos que es constructivo».
Putin afirmó que Rusia está comprometida con la democracia, que «es
nuestra decisión final, y no hay retorno», ya que «el retorno al
totalitarismo sería imposible debido a las condiciones de la
sociedad rusa».
Rusia tiene previsto firmar con Irán mañana un acuerdo para el
suministro de combustible nuclear y la devolución del material ya
usado, y el programa atómico de Teherán ocupó buena parte de esta
reunión.
Sin embargo, EEUU no manifestó preocupación por ello. «Rusia ha
dejado claro que todo el combustible será gastado y devuelto a
Rusia para su tratamiento final. Creemos que es la forma adecuada
de tratar este asunto», declaró un destacado funcionario
estadounidense.
La cita de Bratislava, en la que ambos mandatarios querían
sentar las bases de su relación en los próximos cuatro años, llegó
entre las crecientes críticas de Bush a Rusia por la involución
democrática rusa de los últimos meses.
Bush dijo que planteó la cuestión «de forma amistosa», pero a
pesar de toda su retórica de los últimos días, Bush se tuvo que
contentar con una vaga declaración de intenciones de Putin, sin
compromisos de ningún tipo.
Pero también dejó claro que cree que algunas de sus medidas más
discutidas son necesarias para la estabilidad rusa: «La aplicación
de los principios y normas de la democracia no debería ir
acompañada por el colapso del Estado y el empobrecimiento de la
población».
Putin no concretó si daría marcha atrás en algunas decisiones
que se le critican desde el exterior, como medidas electorales, la
campaña contra la petrolera Yukos o las presiones a los medios de
comunicación. Putin dijo que podría «tomar en consideración»
algunas de las ideas de Bush, aunque rehusó llamarlas «consejos».
También dijo que, sobre otras ideas, «no voy a hacer comentarios».
Bush manifestó que sigue teniendo fe en su colega ruso, después de
que en la primera reunión entre ambos, en junio 2001, aseguró, en
una frase célebre, que había mirado a Putin a los ojos, y había
visto que era un hombre en el que podía confiar.
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