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NAMIR SOBHI-BAGDAD
Alrededor de un veintena de personas murieron en diversos atentados perpetrados ayer en Irak, donde el proceso político permanece estancado y la formación del ansiado Gobierno se ha aplazado de nuevo. El atentado más sangriento ocurrió anoche en la ciudad rebelde de Ramadi, cien kilómetros al oeste de Bagdad, donde once soldados de las fuerzas especiales de la Guardia Nacional iraquí perdieron la vida víctimas de un atentado suicida con coche bomba.

La ciudad de Ramadi, capital de la provincia de Al-Anbar, corazón de la insurgencia en Irak, está cercada y sellada por la Guardia Nacional y el Ejército norteamericano desde que el pasado febrero se iniciara una campaña para acabar con los focos rebeldes, que habían llegado a apoderarse de gran parte de la urbe. Pocas horas después, un segundo coche bomba conducido por otro suicida segó la vida de al menos tres soldados iraquíes en el denominado «triángulo de la muerte», al sur de Bagdad, informaron fuentes policiales.

Un portavoz de la Segunda División del Cuerpo de Marines explicó que un kamikaze al volante de un vehículo cargado de explosivos hizo estallar la carga junto a un puesto de control que vigilaba el acceso este de la ciudad. En la masacre también resultaron heridos una veintena de agentes iraquíes, dos soldados estadounidenses y tres civiles, agregó el portavoz sin facilitar otros detalles.

El vehículo estalló esta mañana al paso de un convoy militar iraquí cerca de la localidad de Iskandariya, a unos setenta kilómetros al sur de la capital, e hirió a otras seis personas, agregaron las fuentes sin facilitar más detalles. Además, en este viernes de violencia, dos agentes de las Fuerzas de Seguridad iraquíes fueron asesinados a tiros por un grupo de hombres armados en la ciudad septentrional de Kirkuk, capital petrolera de Irak.