La ciudad de Ramadi, capital de la provincia de Al-Anbar, corazón
de la insurgencia en Irak, está cercada y sellada por la Guardia
Nacional y el Ejército norteamericano desde que el pasado febrero
se iniciara una campaña para acabar con los focos rebeldes, que
habían llegado a apoderarse de gran parte de la urbe. Pocas horas
después, un segundo coche bomba conducido por otro suicida segó la
vida de al menos tres soldados iraquíes en el denominado «triángulo
de la muerte», al sur de Bagdad, informaron fuentes policiales.
Un portavoz de la Segunda División del Cuerpo de Marines explicó
que un kamikaze al volante de un vehículo cargado de explosivos
hizo estallar la carga junto a un puesto de control que vigilaba el
acceso este de la ciudad. En la masacre también resultaron heridos
una veintena de agentes iraquíes, dos soldados estadounidenses y
tres civiles, agregó el portavoz sin facilitar otros detalles.
El vehículo estalló esta mañana al paso de un convoy militar
iraquí cerca de la localidad de Iskandariya, a unos setenta
kilómetros al sur de la capital, e hirió a otras seis personas,
agregaron las fuentes sin facilitar más detalles. Además, en este
viernes de violencia, dos agentes de las Fuerzas de Seguridad
iraquíes fueron asesinados a tiros por un grupo de hombres armados
en la ciudad septentrional de Kirkuk, capital petrolera de
Irak.
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