La multitud que formaba la larga fila, en la que había muchos
jóvenes e incluso varios niños, guardaba un solemne silencio al
acercarse a las puertas del templo, sólo roto en algunas ocasiones
por cánticos que secundaban algunos grupos de religiosos y que
conseguían dotar al ambiente de un tono de emoción bien palpable.
Las puertas del templo se abrieron al público poco antes de las
18.00 GMT, con una hora de adelanto sobre el último horario
previsto para garantizar la integridad de los miles de fieles
aglomerados desde horas antes ante la escalinata vaticana para
despedirse del Pontífice.
«Hemos estado en la cola durante más de seis horas, pero ha
merecido la pena», aseguró una joven pareja italiana al salir de la
basílica, sin ocultar su emoción por un momento que «perdurará toda
la vida», según dijeron. «Es indescriptible la sensación que se
tiene viéndolo a pocos metros; me gustaría quedarme aquí (en la
Plaza de San Pedro) esta noche porque quiero entrar otra vez»,
señalaba a su vez un ciudadano austríaco que viajó a Roma para la
ocasión desde su país de origen.
En una mesa colocada a las puertas de la basílica, muchos fieles
depositaban flores o mensajes de despedida al Papa Wojtyla, como el
de una joven que le pedía perdón por no haberle conocido en vida, o
el de un grupo de estudiantes romanos que dejó un abultado sobre
con la inscripción «para nuestro amado Papa».
Dos horas después de la apertura de la basílica la larga cola se
extendía aún a lo largo de la explanada vaticana, en un lento
avance que suscitó algunas muestras de impaciencia entre los que la
integraban.
Mónica y Otto llegaron a Roma desde México con la ilusión de ser
bendecidos por el Papa y el lunes, emocionados frente a sus restos
mortales y después de largas horas de espera en la plaza de San
Pedro, no acababan de creerse que Juan Pablo II se ha ido para
siempre.
Sin comentarios
Para comentar es necesario estar registrado en Ultima Hora
De momento no hay comentarios.