También debe responder al progreso y «saber llevar adelante el
diálogo con la ciencia, las religiones, la sociedad, la
biotecnología y la bioética», es decir, en todos aquellos sectores
«que están evolucionando con rapidez, sobre los que es necesario
debatir».
Para el cardenal brasileño Claudio Hummes, uno de los
latinoamericanos cuyo nombre suena entre los papables, el próximo
sucesor de Pedro deberá ser alguien «capaz de representar al mundo
y tener influencia tanto sobre los no creyentes, como sobre los que
profesan creencias diferentes».
En esta línea considera fundamental que el nuevo Papa sea
alguien «que sepa demostrar que la Iglesia y él están al servicio
de la humanidad, sobre todo al de los más pobres y marginados».
Otro de los cardenales incluido por los vaticanistas entre los
papables, el hondureño Oscar Andrés Rodríguez Maradiaga, coincide
en que el elegido deberá saber afrontar «los problemas de la
globalización, entre ellos los peligros que conlleva la
biogenética».
En este sentido, algunos, como el cardenal nicaragüense Miguel
Obando Bravo, se muestran abiertamente convencidos de que el
próximo Pontífice seguirá las huellas del fallecido Juan Pablo II y
será capaz «de interpretar el signo de los tiempos».
El arzobispo de Berlín, el cardenal Georg Sterzinsky, uno de los
seis alemanes que participará en el cónclave, añade matizaciones a
esta consideración y estima que, al margen de la doctrina, el nuevo
jefe de la Iglesia católica deberá tener una fuerte personalidad,
sin limitarse a copiar a su predecesor. Para este purpurado, es
importante que el nuevo Papa demuestre perfil y convicciones
propias, sepa afrontar las necesidades de la Iglesia y hacer
eventuales reformas en el momento y modo apropiado.
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