Cuatro meses le ha llevado a la oposición conseguir el cese de
la Corte, que terminó sus días gracias a la presión de miles de
ciudadanos que, hartos de la inacción de los políticos, tomaron las
calles de Quito para protestar.
Conscientes ahora del «poder de las cacerolas», del «reventón»,
del «rollazo» y otros originales mecanismos de protesta, los
ciudadanos de a pie se niegan a seguir aborregados.
«Ya no somos borregos, ahora somos pastores», dijo ayer una de
las decenas de personas que continúa comunicándose con la Radio La
Luna, que desde la semana pasada se ha convertido en el receptor y
transmisor de los convocantes de las protestas.
Con ese mismo mecanismo, continuó ayer la «autoconvocatoria» de
reuniones en un parque del centro-norte de Quito, así como otra
protesta callejera a la que han denominado el «camarazo» porque los
participantes deben llevar cámaras para fotografiar a posibles
infiltrados que traten de provocar el caos en las
manifestaciones.
También se incrementaron las críticas a los políticos, en
especial después de que anoche el Parlamento dejara sin efecto la
reestructuración de diciembre pasado de la Corte de Justicia, hecho
que se sumó a la decisión de Gutiérrez de cesar a todos sus
integrantes el pasado viernes.
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