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EFE-QUITO
Tras la marcha al exilio del ex presidente de Ecuador Lucio Gutiérrez, los manifestantes que contribuyeron a su salida del cargo han desaparecido de las calles de Quito y el nuevo Gobierno insiste en que trabajará para la regeneración moral de la política. Esta semana comienza en calma después de once días de constantes protestas de diferente magnitud en las calles de la capital ecuatoriana.

Las actividades escolares se reanudan ayer tras varios días de suspensión como consecuencia de las protestas populares en contra de la administración de Gutiérrez, que debía gobernar hasta enero de 2007 y que hasta hace ocho días no encontraba razón para que miles de habitantes de Quito le exigiesen su renuncia, fue destituido por el Parlamento el pasado miércoles.

Ese día, en medio de crecientes protestas populares que dejaron tres muertos y varios heridos, y en una sesión cuestionada y con una resolución aún más polémica, 60 de los 62 diputados reunidos en un edificio alterno al Parlamento destituyeron a Gutiérrez por «abandono del cargo» y designaron a su vicepresidente, Alfredo Palacio, para sustituirle. La votación de los legisladores se produjo mientras Gutiérrez se encontraba en el Palacio Presidencial de Carondelet y ocupando el despacho del jefe del Estado.

Tras su destitución, las protestas callejeras se redujeron considerablemente y sólo se produjeron algunas manifestaciones frente a la residencia del embajador de Brasil en Quito, Sergio Florencio Sobrinho, donde se había refugiado el ex jefe de Estado. La salida de Gutiérrez el domingo de la Embajada brasileña acabó con las protestas ciudadanas anunciadas en contra de la concesión del salvoconducto para permitirle partir al exilio.