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FERNANDO LINARES-RABAT
Marruecos conmemora el segundo aniversario de los atentados terroristas de Casablanca, en los que murieron 45 personas, marcado por una huelga de hambre de presos integristas para reclamar su liberación o la revisión de sus juicios que entra en su tercera semana.

Esta huelga de hambre, que varios medios de comunicación marroquíes han tildado de «chantaje», ha abierto un debate en el país entre los sectores que consideran que el Estado debe reprimir el integrismo sin miramientos y los que denuncian los excesos policiales y judiciales cometidos tras los atentados.

Los atentados suicidas del 16 de mayo de 2003 mostraron el calado del islamismo radical en Marruecos, un país que parecía inmunizado hasta entonces contra el terrorismo integrista, y conllevaron la aprobación inmediata de una nueva ley antiterrorista.

Más de cinco mil personas fueron detenidas tras los atentados, de las que 2.112 han sido inculpadas por los tribunales marroquíes, que han dictado 903 condenas definitivas, entre ellas 17 penas de muerte.

Ahora, muchos de estos prisioneros islamistas están echando un pulso al gobierno con la huelga de hambre que iniciaron el pasado 2 de mayo, que ha causado ya una víctima según varias asociaciones.

Las autoridades penitenciarias han procedido a la dispersión de los cuatro presos que están considerados como los ideólogos del movimiento salafista «Salafiya Yihadía» (Autenticidad y Guerra Santa), Abdeluaheb Rafiki, alias «Abú Hafs», Hasán Kettani, Mohamed Fizazi y Omar Haduchi, que estaban internados hasta ahora en la prisión de Kenitra (35 kilómetros al norte de Rabat).

Los huelguistas de hambre exigen cuatro condiciones para poner fin a su ayuno, entre ellas la liberación de los detenidos contra los que no pesan delitos de sangre y la revisión de los juicios de los que sí fueron inculpados por homicidio.