Mientras tanto, las tropas iraquíes y de EEUU han detenido a
cerca de 300 presuntos rebeldes durante una operación realizada en
Bagdad y la localidad cercana de Abu Ghraib, destinada a detener o
acabar con los responsables de los atentados que en las últimas
tres semanas costaron la vida a más de 500 personas. Por otro lado,
el mando militar estadounidense informó de la muerte de cinco
soldados norteamericanos en diferentes ataques perpetrados por la
insurgencia en Tikrit y Mosul.
El atentado más sangriento registrado fue cometido con un coche
bomba que explotó frente a un restaurante de Bagdad y costó la vida
de al menos nueve personas, mientras que otras 32 resultaron
heridas, dijeron fuentes policiales. Este ataque ocurrió en el
barrio Al Talbeya, en la zona de Yamila, en el noreste de la
capital, cuando un número indeterminado de policías y civiles
iraquíes se encontraban en el restaurante, según varios testigos.
Esta explosión se produjo pocas horas después de que la insurgencia
asesinara a Wael al-Rubeí, asesor del primer ministro de Irak para
la seguridad nacional, quien murió en el acto junto a su chófer, al
ser tiroteado el vehículo en el que viajaban en barrio al
Mansur.
El atentado contra Al Rubaí fue reivindicado por la llamada
«Organización Al Qaeda para la Guerra Santa en Mesopotamia»,
liderada por el jordano Abu Musab al Zarqaui y considerada la
principal amenaza terrorista en Irak. También en Bagdad, la policía
encontró el cadáver de un periodista iraquí supuestamente asesinado
por la insurgencia.
En Samarra, a unos 100 kilómetros al norte de Bagdad, la
insurgencia disparó varios morteros contra diferentes puntos de la
ciudad, lo que causó la muerte de cuatro personas, entre ellas dos
policías iraquí, y cuatro más resultaron heridas.
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