Los atacantes suicidas se inmolaron entre una multitud de unos
500 policías que se manifestaban frente a las oficinas del Gobierno
en Hilla, terminando con la vida de 27 agentes e hiriendo a más de
un centenar, según la Policía.
Por otra parte, en una medida que podría alentar aún más una
crisis sectaria, soldados estadounidenses detuvieron a Mohsen Abdul
Hamid, jefe del mayor partido político suní de Irak, durante un
operativo en una casa del oeste de Bagdad. El Ejército
estadounidense confirmó más tarde que lo había detenido por
equivocación, y lo puso en libertad poco después de interrogarlo.
Su retención durante unas horas despertó el enfado, tanto en el
seno de su partido como del Ejecutivo. El presidente iraquí, Jalal
Talabani, de la etnia kurda, manifestó su «asombro y descontento»
por la detención, y dijo que el Consejo Presidencial no había sido
informado de que iba a suceder. A su vez un nutrido grupo de
personas se manifestaron en la capital en contra de las tropas
norteamericanas.
Finalmente, cuatro estadounidenses y un iraquí murieron cuando
el avión de la Fuerza Aérea iraquí en el que viajaban sufrió un
accidente cuando regresaban de una misión.
Por otra parte el líder de al Qaeda en Irak , Abu Musab Al
Zarqawi, desmentió en un mensaje de voz las informaciones que
aseguraban que se encontraba herido de gravedad, según el canal de
televisión Al Yazira. El prófugo jordano dijo en la grabación
sonora que «las informaciones que aseguraban que había sufrido
heridas graves y que afirmaban que me encontraba en el hospital de
Ramadi son falsas». Al Zarqawi insistió también en que continuará
la lucha de la insurgencia para «combatir a los americanos».
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