«Soy aquel al que llamaban 'Garganta profunda», dijo Felt al
autor del artículo de Vanity Fair, el abogado John O'Connor, y que
la revista adelanta en un comunicado antes de que la publicación
llegue a los quioscos el próximo 14 de junio.
Con 91 años, jubilado y residente en Santa Rosa (California)
junto a su hija Joan, el ex número dos de la Oficina Federal de
Investigaciones (FBI) reclama la autoría de las polémicas
filtraciones de «Garganta profunda» y asegura que guardó el secreto
hasta 2002.
Ese año se lo contó a su hijo Mark, le pidió que no se lo dijese
a nadie y le explicó que el hecho de ser «Garganta profunda» no era
algo de lo que podía estar orgulloso. No es la primera vez que
alguien dice ser «Garganta profunda» o asegura saber quién era,
pero sí es la primera ocasión en que lo admite una fuente
potencial.
El nombre de Felt está incluido en la lista de más de 20
sospechosos de haber filtrado detalles confidenciales del espionaje
telefónico que los republicanos hicieron de los demócratas.
En la «lista negra» figuraban también el ayudante del fiscal
general, Henry Peterson; el viceconsejero de la Casa Blanca Fred
Fielding y la periodista de ABC Diane Sawyer, quien entonces
trabajaba en la oficina de prensa de la Casa Blanca.
Mark Felt había sido interrogado al respecto, pero siempre negó
tener nada que ver con el caso Watergate. En 1999, declaró al
diario «The Hartford Courant» que si hubiese sido «Garganta
profunda» «tendría que haberlo hecho mejor» y haber sido más eficaz
porque «'Garganta profunda' no causó exactamente la caída de la
Casa Blanca, ¿no?».
La familia
La familia de Felt cree por completo su nueva versión, según su
nieto Nick, quien aseguró hoy que su abuelo se mostró siempre
reticente a desvelar su identidad «porque creía que era una
deshonra para la familia».
Los únicos que pueden corroborar la historia de este ex
directivo del FBI que en la década de 1970 estaba al mando de la
división de investigaciones de la organización, son los dos
periodistas del diario «The Washington Post» que destaparon el
escándalo, Bob Woodward y Carl Bernstein.
Ambos hicieron voto de silencio, guardaron todos sus documentos
a buen recaudo y se comprometieron a no desvelar el nombre de su
proveedor de noticias hasta que estuviese muerto.
Bernstein parece decidido a cumplir su promesa, ya que hoy mismo
declaró a la cadena de televisión Wabc TV en Nueva York que «no
vamos a decir nada en este momento. Cuando la persona se muera, la
identificaremos».
Woodward y Bernstein ganaron un premio Pulitzer por los 26 meses
de investigaciones.
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