Las dudas sobre la continuidad de la ratificación alcanzan también
el seno de la propia Comisión Europea. Así, en el debate interno
que el presidente Barroso promovió el miércoles para analizar los
efectos del «no» francés y del entonces previsible «no» holandés,
varios comisarios sugirieron parar el proceso para evitar que una
avalancha de «noes» dañe a largo plazo el proyecto europeo.
En las últimas horas se están multiplicando las presiones para
paralizar el proceso de ratificación de la Constitución Europea.
Irlanda ha puesto en duda por primera vez que vaya a convocar su
referéndum, mientras que en Dinamarca las encuestas empiezan a
pronosticar la victoria del 'no'. Incluso la Comisión Europea esta
dividida entre la postura oficial de permitir que todos los países
que se expresen, y la opinión de algunos comisarios que advierten
de los riesgos de continuar.
La atención se centra en el Gobierno de Tony Blair, quien
presidirá la UE en el segundo semestre de este año y que, en caso
de suspender el referéndum británico, anunciado para 2006, podría
provocar un efecto dominó en los Estados que aún no se han
pronunciado. Londres aún no ha desvelado sus planes oficialmente,
pero según publicó ayer el diario británico Financial Times, habría
emprendido ya una campaña de persuasión en las capitales europeas
para promover la suspensión del proceso.
El laborista británico Peter Mandelson, responsable de Comercio,
habría abogado por «pulsar el botón de pausa» ya que la prioridad
debe ser «la supervivencia y la reactivación» del sueño europeo. Su
colega de Industria, el socialista alemán Gunter Verheuguen, habría
alertado por su parte del riesgo de que Europa afronte «dos años de
incertidumbre si continuamos con los referendos» y señalado que el
peso de los votos contra la Constitución podría desbaratar la
agenda de reformas económicas proyectadas por la Unión.
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