El calor reinante en todo Irán, en especial en la capital, y el
hecho de que el viernes sea fiesta propició que muchas personas
prefirieran esperar a que declinara el sol y descendieran las
temperaturas para salir a votar y continuar con las típicas salidas
nocturnas de los viernes. Según la página internet de la agencia de
noticias iraní Baztab (el eco), las encuestas que manejan los
Ministerios de Guía Islámica y de Inteligencia calculan que la
participación no será menor de 22 millones, ni superará los 27
millones de votantes. En Teherán se augura un empate, mientras que
en el resto de ciudades se vaticina que Rasfanayani no va a
conseguir más sufragios que los que obtuvo en la primera vuelta.
Shahin, una funcionaria de 57 años, confesó que se había abstenido
el viernes pero que decidió acercarse a los colegios porque «la
situación lo requería. Con la victoria de Ahmadinayad todo será
mucho más difícil», dijo con cara de satisfacción por el deber
cumplido.
La jornada concluyó sin incidentes de importancia y sin
encuestas fiables a pie de urna, aunque todo parece indicar que el
resultado se decidirá por una ajustado margen de unos pocos miles
de sufragios.
Los sondeos más fiables aventuran que la victoria será para el
ex presidente Rafsanayni si la participación supera los 24 millones
de votos, es decir más de la mitad de los electores, pero sonreirá
al ex alcalde de Teherán en caso de que la asistencia sea menor y
ronde los 20 millones.
En torno al mediodía, la participación era escasa pero superior
a la de la primera vuelta, mientras que al caer la tarde la Junta
Electoral Central se vio obligada a retrasar el cierre de los
colegios ante la avalancha de votantes.
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