«Vi a personas con la cara bañada de sangre», explicó a la
prensa un testigo en Liverpool Street, una estación en el corazón
de la City, centro financiero de Londres, cuya explosión se produjo
a primera hora de la mañana, cuando los ejecutivos se dirigen al
trabajo.
En King's Cross, una estación en la que convergen seis líneas de
metro al norte de la ciudad, un periodista relató que «todo era
normal hasta que se oyó un gran bang. Entonces el metro se
sacudió».
«Hacía mucho calor y el pánico se apoderó de la gente», continuó
narrando este hombre.
Una madre estadounidense y su hijo explicaron a la BBC que se
dirigían al metro y oyeron una gran explosión: «Nos giramos y vimos
un autobús volar por los aires», en la plaza de Tavistock, en uno
de los barrios acaudalados de la ciudad.
Varios testigos de los crueles atentados terroristas informaron
de que vieron cadáveres cubiertos con sábanas blancas en el
pavimento exterior a las estaciones de metro.
Otros contaron que vieron a personas salir de las estaciones con
la cara «negra», todo «era humo» y «el caos reinaba».
En otras paradas donde no se produjeron explosiones, como en la
céntrica Victoria, una persona explicó que «nos avisaron de que
habían puesto una bomba en Liverpool Street y con mucha celeridad
nos evacuaron de la estación».
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