A pesar de verse en medio de los destrozos materiales y con las
ropas deshilachadas o rasguños en el cuerpo, muchos londinenses se
mostraban orgullosos de su tradición de estoicismo y actitud
desafiante. «La gente sigue su vida», estimó el taxista Steve
Green. «¡Qué maravilla, cómo muestran su fortaleza!», agregó.
Mientras el júbilo de ayer por la obtención de la sede de los
Juegos Olímpicos de 2012 cedía al estupor por los atentados de
ayer, el primer ministro, Tony Blair, apeló en un discurso
televisado a la unidad y elogió el «estoicismo y la resolución del
pueblo británico». Ambos se pudieron ver ayer en esta metrópoli:
personas que ayudaban a los heridos, prestaban sus teléfonos
móviles a extraños para que pudieran llamar a sus casas, hacían
largas filas para coger el autobús o se resignaban a caminar a sus
casas sin quejarse.
«Somos británicos y seguiremos adelante, no tenemos miedo»,
indicó el guía turístico Michael Cahill. «Mire a toda la gente que
camina por las calles. No le dicen 'Gran' Bretaña por nada»,
afirmó.
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