Pero quizá más preocupante para el presidente sea el dato que
apunta a que el 52 por ciento de los encuestados no se fía de su
capacidad para adoptar las decisiones correctas en un momento de
crisis nacional. El sondeo pone de manifiesto una fuerte caída en
el número de ciudadanos que considera a Bush un presidente con
cualidades de fuerte liderazgo.
Con esta visita, el mismo día que se cumplía el cuarto
aniversario de los atentados del 11 de septiembre de 2001, el
presidente quiso demostrar que es un líder sobre el terreno y hacer
frente a las acusaciones de lentitud e indecisión que han llovido
sobre la gestión de la crisis por parte del Gobierno federal.
Esas acusaciones han dejado por los suelos sus índices de
popularidad que, según las últimas encuestas, se encuentran en los
niveles más bajos de todo su mandato, por debajo del 40 por ciento.
Una encuesta publicada en las últimas horas por la revista
«Newsweek» deja la popularidad de Bush en el 38 por ciento.
En la actualidad, sólo un 49 por ciento de los ciudadanos cree
que el presidente muestra una gran aptitud como líder, mientras que
esa cifra alcanzaba el 63 por ciento inmediatamente después de las
elecciones de noviembre del año pasado. El 40 por ciento de los
estadounidenses, según la revista, considera que la respuesta del
Gobierno a la crisis en Nueva Orleans ha sido deficiente, el 32 por
ciento cree que fue suficiente, el 21 por ciento la considera buena
y el 5 por ciento la cree excelente.
Bush participó en un minuto de silencio en los jardines de la
Casa Blanca en honor a las víctimas del 11-S. Bush estuvo
acompañado de su esposa, Laura; el vicepresidente, Dick Cheney, y
la esposa de éste, Lynne. Los cuatro, vestidos de negro, inclinaron
la cabeza y guardaron unos momentos de silencio en la hora exacta
en la que el primer avión de los terroristas impactó contra las
Torres Gemelas de Nueva York. Poco después Bush viajó hacia
Misisipi.
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