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MACARENA VIDAL-WASHINGTON
Acosado por su bajón de popularidad en las encuestas, el presidente de EEUU, George W. Bush, emprendió ayer viaje por tercera vez a la zona afectada por el huracán 'Katrina' para demostrar que, pese a las críticas, se preocupa por la crisis. Bush salió a primera hora de la tarde hacia Misisipi y pernoctó en Luisiana, en un viaje en el que pasará revista a las operaciones de socorro y reconstrucción y se reunirá con algunos de los afectados por el desastre.

Pero quizá más preocupante para el presidente sea el dato que apunta a que el 52 por ciento de los encuestados no se fía de su capacidad para adoptar las decisiones correctas en un momento de crisis nacional. El sondeo pone de manifiesto una fuerte caída en el número de ciudadanos que considera a Bush un presidente con cualidades de fuerte liderazgo.

Con esta visita, el mismo día que se cumplía el cuarto aniversario de los atentados del 11 de septiembre de 2001, el presidente quiso demostrar que es un líder sobre el terreno y hacer frente a las acusaciones de lentitud e indecisión que han llovido sobre la gestión de la crisis por parte del Gobierno federal.

Esas acusaciones han dejado por los suelos sus índices de popularidad que, según las últimas encuestas, se encuentran en los niveles más bajos de todo su mandato, por debajo del 40 por ciento. Una encuesta publicada en las últimas horas por la revista «Newsweek» deja la popularidad de Bush en el 38 por ciento.

En la actualidad, sólo un 49 por ciento de los ciudadanos cree que el presidente muestra una gran aptitud como líder, mientras que esa cifra alcanzaba el 63 por ciento inmediatamente después de las elecciones de noviembre del año pasado. El 40 por ciento de los estadounidenses, según la revista, considera que la respuesta del Gobierno a la crisis en Nueva Orleans ha sido deficiente, el 32 por ciento cree que fue suficiente, el 21 por ciento la considera buena y el 5 por ciento la cree excelente.

Bush participó en un minuto de silencio en los jardines de la Casa Blanca en honor a las víctimas del 11-S. Bush estuvo acompañado de su esposa, Laura; el vicepresidente, Dick Cheney, y la esposa de éste, Lynne. Los cuatro, vestidos de negro, inclinaron la cabeza y guardaron unos momentos de silencio en la hora exacta en la que el primer avión de los terroristas impactó contra las Torres Gemelas de Nueva York. Poco después Bush viajó hacia Misisipi.