La expresividad de Merkel, líder de la derecha alemana, ha sugerido muchos chistes en los últimos días.

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Las elecciones generales no han acabado con la incertidumbre en Alemania, pues el ajustado e imprevisto resultado no sólo no permite, de entrada, ninguna coalición de gobierno armoniosa, sino que puede tener consecuencias para algunos protagonistas políticos, empezando por Angela Merkel. La presidenta de la Unión Cristianodemócrata (CDU) se presentará hoy a su reelección como jefa del grupo parlamentario, un paso que ha decidido dar para recibir el respaldo explícito de los suyos de cara a las negociaciones con otras fuerzas para tratar de formar una coalición.

El hecho de que Merkel necesite este voto de confianza antes de empezar a negociar muestra hasta que punto está debilitada tras el mal resultado del domingo, que nadie esperaba. La crisis abierta en la CDU por este resultado se cobró ayer una primera víctima indirecta, el independiente Paul Kirchhof, a quien Merkel incluyó en su equipo electoral como experto de finanzas y potencial ministro para ese ámbito, quien anunció que renuncia a entrar en política.

Merkel no sólo tiene problemas internos, sino que fuera el canciller Gerhard Schröder y el SPD están haciendo presión sobre la CDU y su presidenta para forzarla a abandonar sus pretensiones a encabezar el próximo gobierno, un derecho que los socialdemócratas también reclaman. Las negociaciones para formar gobierno se presentan, por lo demás, muy complicadas. Por un lado, todos los líderes aseguran estar dispuestos a dialogar entre sí, salvo con el Partido de la Izquierda-PDS -la fuerza formada por la disidencia socialdemócrata y los poscomunistas-.