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CLAUDIA RIQUELME-SANTIAGO
En medio de dos semanas de tensiones bilaterales por diferencias en las fronteras marítimas, la sorpresiva llegada del ex presidente peruano Alberto Fujimori a Chile permitió ayer un primer acercamiento en términos conciliadores entre los gobiernos de Lima y Santiago.

Tras permanecer en el lujoso Hotel Marriot donde se hospedó algunas horas con los cuatro asesores que llegaron con él a Santiago la tarde del domingo, Alberto Fujimori, quien está inhabilitado en su país hasta 2011 para ejercer cualquier cargo público, pasó ayer por la tarde de estar privado de su libertad a la espera de que los tribunales de ambas naciones hagan valer un tratado de extradición que rige desde el año 1932.

A poco menos de 24 horas de su llegada al aeropuerto internacional de Santiago, procedente de Japón, donde se había autoexiliado desde 2000, Fujimori se encuentra desde ayer tras las rejas en la Escuela de la Policía de Prisiones chilena (Gendarmería) y ya fue notificado de su situación: es un prófugo de los tribunales de su país, sobre él pesa una orden de captura internacional y el Gobierno de Alejandro Toledo tramita su extradición.

El Gobierno de Ricardo Lagos, a través de su ministro de Asuntos Exteriores, había anunciado la decisión de no expulsar a Fujimori de territorio chileno y de traspasar el caso al ámbito puramente judicial.

Esa será la vía por la cual se resolverá el regreso a Perú del hombre más buscado por la justicia de su país, contra quien pesan 21 cargos por corrupción, genocidio, delitos de terrorismo y crímenes políticos y quien, según dijo en una declaración que hizo pública al llegar a Santiago, piensa presentarse como candidato a las elecciones presidenciales que se realizarán en Perú en abril de 2006.