Con cinco gobernantes africanos como testigos, Ellen
Johnson-Sirleaf asumió ayer como nueva presidenta de Liberia el
desafío de restañar las heridas que dejó la guerra civil, promover
la unidad nacional y reconstruir el país. Johnson-Sirleaf, de 67
años, se convirtió también en la primera jefe de Estado de Africa
elegida en las urnas.
«Me comprometo a satisfacer sus necesidades», dijo Johnson
dirigiéndose a sus compatriotas, y aseguró que su gobierno tenderá
«la mano de la amistad y de la solidaridad» a todos los partidos
políticos y dará la espalda a las diferencias.
Con la mano derecha en la Biblia, la nueva presidenta de
Liberia, elegida el 9 de noviembre pasado en la segunda vuelta de
las elecciones presidenciales, juró defender y proteger la
Constitución del país, según informes de emisoras regionales
captadas en Dakar.
«Cumpliré concienzudamente, fielmente y de manera imparcial mis
deberes a lo mejor de mis capacidades, con la ayuda de Dios», dijo
Johnson, que inicia un mandato de seis años al frente de un país
arruinado por casi catorce años de guerra civil.
En su discurso de investidura, la nueva presidenta liberiana
reafirmó su voluntad de acabar con las malas costumbres de las
administraciones anteriores y gobernar el país en un espíritu de
unión nacional.
Reafirmó también su determinación de luchar contra la
corrupción, que calificó «principal enemigo público» de Liberia.
Unos 3.000 invitados acudieron a la toma de posesión de Johnson,
entre ellos la primera dama estadounidense, Laura Bush, y la
secretaria de Estado, Condoleezza Rice, además de los presidentes
de Senegal, Níger, Sudáfrica, Ghana y Sierra Leona. La llegada al
poder de Johnson-Sirleaf pone fin a una transición de dos años
abierta tras la salida del ex presidente Charles Taylor hacia
Nigeria, a partir de los acuerdos de paz que pusieron fin a catorce
años de guerra civil.
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