Asimismo, Reid anunció que una comisión integrada por miembros del
Gobierno iraquí, mandos militares y altos representantes de la
coalición empezarán en las próximas semanas a evaluar si se dan las
condiciones adecuadas en algunas zonas del país para que las
fuerzas iraquíes se hagan cargo de la seguridad.
Además, señaló el ministro, unos 5.000 voluntarios se alistan
cada mes en las fuerzas de Irak, cuyo Ejército ya cuenta con diez
batallones activos que participan en operaciones contra la
insurgencia.
Sin embargo, el ministro subrayó que la salida de las tropas
británicas no implicará ceder a las fuerzas iraquíes la
responsabilidad de salvaguardar la seguridad en el país, donde la
situación es «difícil y delicada».
El titular de Defensa admitió que «en algunas áreas de Irak se
ha producido un aumento de la violencia sectaria», si bien el
riesgo de guerra civil «no es ni inminente ni inevitable».
En su opinión, los insurgentes buscan con sus atentados,
«crueles y bárbaros», resquebrajar «la voluntad de las fuerzas de
la coalición que apoyan a Irak» y socavar el esfuerzo del pueblo
iraquí para crear un país estable y democrático que viva en
paz.
Tras la intervención del ministro, el portavoz conservador de
Defensa, Gerald Howarth, coincidió con él en que resultaría una
«locura» la retirada completa de las tropas británicas antes de que
los iraquíes dispongan de medios para garantizar la seguridad.
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