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El primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, propuso ayer nuevamente a la coalición de centroizquierda, ganadora de los comicios, «un acuerdo parcial y limitado en el tiempo» para afrontar algunas citas institucionales, económicas e internacionales y en caso contrario hará una «rigurosa batalla» desde la oposición.

El acuerdo propuesto por el primer ministro ha sido acogido con división -pero con escaso entusiasmo general- entre sus aliados de gobierno, reunidos en «La Casa de las Libertades», que ya la pasada semana tomaron distancias de sus denuncias de fraude.

Desde la derechista Alianza Nacional, el ministro de Comunicaciones, Maurizio Gasparri, consideró que si bien es «deseable un amplio acuerdo» para la sucesión del presidente de la República, Ciampi, no cree «hoy en la posibilidad de amplios acuerdos, aunque sean limitados en el tiempo».

Por parte de la federalista Liga Norte, el ministro de Justicia, Roberto Castelli, fue más duro al calificar de «desconcertante» la iniciativa de Berlusconi y estimó que su partido defiende la línea «de que quien gana tiene derecho a gobernar».

Además, criticó que Berlusconi no haya consultado a sus aliados con lo que «destruirá La Casa de las Libertades», aunque el portavoz de Berlusconi, Paolo Bonaitu, aseguró que el primer ministro sí se había puesto en contacto con el líder de la Liga, Umberto Bossi.