TW
0

JUAN ANTONIO SANZ-TOKIO
Los preparativos norcoreanos para lanzar un misil intercontinental desataron la alarma en el este de Asia y amenazan con anegar los esfuerzos internacionales para devolver a Pyongyang a la mesa de negociaciones nucleares.

El éxito del lanzamiento también demostraría que, en caso de dotar a esos misiles basados en los Scud soviéticos y los Nodong norcoreanos con una carga nuclear, Pyongyang podría amenazar con la devastación nuclear el propio territorio nacional de sus principales contrincantes, Japón y EEUU.

Los Gobiernos y servicios de seguridad japoneses y surcoreanos siguieron en máxima alerta todas las informaciones que sus satélites espías y los de Estados Unidos ofrecían sobre el silo de lanzamiento de misiles de Masudan-ri, en la provincia norcoreana de Hamgyong Septentrional.

Medios diplomáticos y de inteligencia de esos países habían advertido sobre la posibilidad de un inminente lanzamiento por parte de Corea del Norte de un Taepodong-2, un misil balístico sobre cuyo alcance no se ponen de acuerdo los expertos, pero que oscilaría entre los 3.500 y los 6.700 kilómetros.

El lanzamiento sería simplemente una prueba, sin blancos reales, pero su realización sería una manifestación de fuerza que daría a Corea del Norte un «as» en las difíciles negociaciones multilaterales sobre su programa de armas nucleares.

A primera hora, los medios de prensa japoneses y surcoreanos advertían de que, según esas fuentes diplomáticas y del espionaje, Corea del Norte había completado la inyección del combustible en el misil y lo dejaba listo para ser disparado. Las informaciones apuntaron a que el lanzamiento parecía inminente.

La reacción en los Ejecutivos de la zona no se hacía esperar: en Corea del Sur la agencia Yonhap indicó que los asesores en temas de seguridad del presidente, Roh Moo-hyun, permanecían reunidos «a la espera de los movimientos» de Pyongyang.

En Japón, la reacción era más contundente y partía del propio ministro de Asuntos Exteriores, Taro Aso, uno de los «halcones» del Gobierno del primer ministro japonés, Junichiro Koizumi.

Si el misil toca suelo nipón, «lo consideraremos un ataque», dijo Aso en la televisión japonesa.

Aunque se produjera ese lanzamiento, no parece que sea intención de Corea del Norte provocar un conflicto de consecuencias impredecibles golpeando el territorio de sus contrincantes.