La comandancia estadounidense dice, en contra de lo difundido por medios árabes, que la operación no supone un asalto de la ciudad a gran escala, sino que consiste más bien en una táctica de «aislamiento» para evitar que los insurgentes reciban ayuda desde el exterior.
Dos columnas de tropas estadounidenses e iraquíes cercaron el sur de Ramadi, la capital de la conflictiva provincia de Anbar, sin encontrar apenas resistencia. «No encontramos tanta resistencia como habíamos previsto», afirmó el comandante del primer batallón estadounidense implicado en la operación, V.J. Tedesco.
Tras la avanzadilla estadounidense, las tropas iraquíes se disponían a patrullar las áreas tomadas, en las que viven alrededor de 10.000 personas aproximadamente. Esta zona fue antaño uno de los bastiones del partido Baas del depuesto presidente iraquí, Sadam Huseín.
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