Una niña juega con su monopatín frente a una imagen de Benedicto XVI, ayer, en Valencia.

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EFE-VALENCIA
Valencia vivió ayer la jornada previa a la visita del Papa con la normalidad de un viernes de julio, con mucho calor y donde el color de la creciente marea de peregrinos ataviados con los colores vaticanos, blanco y amarillo, contrastaba con el luto por la tragedia del metro y los crespones negros de muchos balcones.

Las principales calles del centro comercial ofrecían un aspecto tranquilo, con oficinistas que aprovechaba la hora del almuerzo y furgonetas de reparto que aprovechaban que todavía no había sido interrumpido el tráfico en las calles del área de influencia de la visita papal.

El centro de la ciudad reflejaba los preparativos para la llegada de Benedicto XVI, con profusión de banderas vaticanas, españolas, valencianas y hasta alemanas.

También se veían pancartas con lemas sobre la valentía de la fe y agradecimientos, también en alemán («Vielen Dank» -muchas gracias-, justo enfrente del Palacio Arzobispal), por haber respetado el compromiso de Juan Pablo II de clausurar el Encuentro Mundial de las Familias en Valencia.

Por contra, en los barrios del Carmen y Velluters, en el casco antiguo, abundan las pancartas de la campaña «Jo no t'espere» contraria a la visita papal.

Uno de los policías nacionales que custodiaban su entorno relataba a Efe que «por ahora está todo muy tranquilo» y sólo se había registrado un aumento de transeúntes por el centro.