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Las tropas españolas llegaron el pasado viernes a la larga playa del sur de la ciudad de Tiro representando una impecable escenografía. Primero una avanzadilla de unos pocos soldados se aproximó con una lancha neumática y dejó a unos diez hombres cerca de la orilla para asegurar la playa. Mientras, los bañistas miraban incrédulos y divertidos la curiosa escena. Poco después llegaron los vehículos anfibios blindados, los todo terreno y las tropas de a pie. Protegiendo la maniobra, un grupo de soldados libaneses sonreían viendo a los españoles con el agua hasta el cuello. Tras la barrera de seguridad formada por el ejército libanés, medio centenar de periodistas españoles se peleaban y gritaban para conseguir el mejor plano o la mejor foto.

Con tantas cámaras de televisión grabando aquello parecía en realidad la filmación de una película bélica de gran presupuesto. Resultaba todo un poco irreal, hasta que uno de los traductores libaneses señaló el cielo y gritó, "aviones israelíes". Todos miramos sobre las cabezas de los soldados españoles y pudimos ver las dos estelas blancas impolutamente paralelas que dejaban dos F-16 sobrevolando la maniobra, a unos dos mil metros de altura. El traductor libanés se puso algo nervioso, conoce bien, y en primera persona, la gigantesca fuerza destructora de los F-16. Tras unos segundos tensos en el que todos miramos al cielo en silencio, los aviones hicieron un giro lento y se adentraron aun más en territorio libanés, regresando puntualmente cada cinco minutos para, aparentemente y sin pudor alguno, "vigilar" la maniobra de desembarco. El paso de los aviones, que semanas antes causaron en la zona miles de muertos, nos devolvió a la realidad, aquello no era una película, era la interminable guerra del Líbano. Al día siguiente los infantes de marina españoles llegaron a su campamento provisional en el sureste del Líbano. El campamento, o como se quiera llamar a ese valle sucio y mísero, está en el peor lugar imaginable, justo al fondo de una vaguada pedregosa y polvorienta que tiene sólo una carretera-camino de entrada y salida. Una auténtica ratonera desde el punto de vista táctico. Desde cualquier colina próxima se puede atacar a las tropas españolas impunemente, que carecen de cualquier protección o modo de ocultación. Sus vehículos blindados no podrán moverse con soltura en esa zona por lo abrupto y apenas hay un arbolito o una piedra en la que protegerse si llega fuego cruzado enemigo. Desde el pueblo más próximo se puede ver a los españoles a simple vista, son un blanco perfecto para los francotiradores. Parece como si el lugar para instalar a los españoles lo hubiera elegido su peor enemigo. Simplemente, con que llueva con fuerza una noche, el campamento quedará inundado completamente. Se supone que están en este lugar de modo provisional y que en unas tres semanas, antes de que llegue La Legión, se habrán instalado en una base mejor acondicionada que compartirán con otras tropas. Pero, de momento, cuando sólo hace un mes del alto el fuego, aún se registran tiroteos, hay francotiradores y las minas han causado doce muertos, las tropas españolas están solas, aisladas y en el peor de los rincones del frente sureste del Líbano. Sin embargo, los soldados españoles se mantienen orgullosos y contentos con su trabajo. Casi todos son veteranos de Haití y Bosnia y están acostumbrados a vivir en las perores condiciones con una sonrisa. Aunque, de momentos, en lugar de proteger, son ellos los que han de ser protegidos por soldados libaneses que vigilan el campamento español día y noche. Los españoles son pocos, poquísimos en comparación con el complejo y amplio teatro de operaciones. Si descontamos a sus médicos, cocineros, mecánicos y otros servicios, nos quedan poco más de dos centenares de soldados realmente operativos, lo justo para proteger a los médicos, cocineros o mecánicos. La presencia españolas es totalmente simbólica, poco, muy poco podrán hacer realmente por ahora. Puestos en ese agujero por tácticas políticas más que militares, se han quedado allí, solos, a merced de las dieciocho milicias libanesas, los aviones israelíes, los cohetes, las minas y las serpientes.