El presidente español, José Luis Rodríguez Zapatero, ayer en rueda de prensa tras la cumbre.

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EFE-RIGA
La OTAN cerró su cumbre con un consenso básico para lograr más fuerzas para Afganistán y reducir las restricciones que afectan a algunos contingentes nacionales en ese país, y con un importante gesto político hacia Serbia.

Los líderes de la OTAN llegaron a la cumbre divididos acerca de cómo proseguir la misión en Afganistán, ante las demandas de la Alianza de más fuerzas para el sur, donde británicos, canadienses, daneses y holandeses se enfrentan a una dura resistencia de los talibanes. Sin embargo, Francia, España, Italia y Alemania, con militares en Kabul, el oeste y el norte, donde la violencia es menor, se negaron pese a las presiones a aportar más tropas o a trasladarlas a otras zonas salvo en «casos de emergencia».

Sin embargo, la reunión concluyó con el habitual acuerdo de mínimos que permite a todos salir satisfechos dentro de un consenso unánime de mantener el compromiso de la OTAN con Afganistán.

Varios países comunicaron pequeñas aportaciones de tropas, se confirmó que EEUU y Polonia constituirán una fuerza de maniobra de cuatro batallones.

También hubo compromisos de medios y dinero y, sobre todo, se comenzó a trabajar en la eliminación de las restricciones geográficas y de movimiento que algunos países presentes en Afganistán imponen a sus contingentes.

La decisión supone que, del total de 32.000 soldados que dirige la OTAN en Afganistán, 26.000 «serán más utilizables» en misiones de emergencia, afirmó el secretario general de la OTAN, Jaap de Hoop Scheffer, en la conferencia de prensa tras la reunión.