Tampoco la brevedad de la sesión general del Congreso, que ha durado apenas el tiempo suficiente para que Calderón rindiera la protesta constitucional, ni la férrea y beligerante amenaza de la oposición del izquierdista Partido de la Revolución Democrática (PRD) tenían antecedentes.
Calderón asumió el poder en el primer minuto de ayer viernes en una ceremonia inédita, y completó su toma de posesión con la protesta constitucional ante un Congreso enfrentado entre legisladores de su partido y de la oposición izquierdista que ocuparon la tribuna días antes.
La historia moderna de México no tiene precedentes de este tipo de ceremonias de entrega del poder como la que Vicente Fox ha hecho a Felipe Calderón en la residencia presidencial de Los Pinos en el primer minuto del viernes, en el mismo momento en que terminaba y comenzaba un gobierno.
Calderón juró como presidente rodeado de los legisladores de su partido, el conservador Acción Nacional (PAN), quienes pasaron los últimos tres días cuidando de la tribuna del Congreso ante los intentos del PRD de apoderarse de ella para evitar la sesión.
Decenas de legisladores pro gubernamentales y de la izquierda de México se enfrentaron ayer con insultos y empujones en la Cámara de Diputados, donde el presidente electo, Felipe Calderón, recibió la banda presidencial una hora después.
La trifulca, en la que también hubo algún golpe aislado, ocurrió a las 08.00 hora local (14.00 GMT), cuando venció el plazo del «pacto de civilidad» (de no agresión) acordado por los congresistas el pasado miércoles.
Ya el martes, los parlamentarios se enfrascaron en una pelea para hacerse con el control de la tribuna de la cámara, donde han permanecido hasta el momento de la investidura los gubernamentales para asegurar la ceremonia de ayer y los izquierdistas para sabotearla.
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