La reanudación de los enfrentamientos entre Hamás y Al Fatá no ha parado pese al Gobierno de coalición.

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EFE-GAZA
La reanudación de los enfrentamientos entre Hamás y Al Fatá ha abierto la primera vía de agua importante en el Gobierno de coalición palestino, anunciado a bombo y platillo el pasado mes de marzo como forma de acabar con las luchas entre facciones y que, de momento, ha empezado a resquebrajarse con la dimisión del ministro del Interior, Hani Kawasmeh, precisamente el departamento cuya titularidad más atrasó en su momento la conformación del Ejecutivo, por ello el Gobierno palestino se ha visto forzado a desplegar fuerzas de seguridad en las calles de Gaza para impedir nuevos enfrentamientos entre las milicias del movimiento islámico Hamás y del nacionalista Al Fatah, los dos movimientos mayoritarios en el gabinete.

En estas dos semanas, Haniyeh había intentado persuadirle para que continuara en el cargo, pero el detonante definitivo de su dimisión han sido los últimos enfrentamientos entre las milicias del Movimiento de Resistencia Islámica (Hamás) -actualmente en el Gobierno- y Al Fatá -el partido del presidente palestino, Mahmud Abbas- en la Ciudad de Gaza, que han causado seis muertos en las últimas 24 horas. La salida de Kawasmeh pone realmente en peligro la continuidad del Gobierno, formado en marzo por Al Fatá y Hamás con el objetivo expreso de poner fin a meses de enfrentamientos entre las milicias de ambas formaciones. De hecho, las dos partes habían visto en Kawasmeh a un candidato de compromiso idóneo para dirigir el Ministerio del Interior.

El primer ministro palestino, Ismail Haniyeh, aceptó la dimisión de Hani Kawasmeh, quien ya había presentado su renuncia al cargo hacía dos semanas en protesta por el deterioro de la seguridad y que finalmente se ha negado a seguir al frente de un Gobierno que había sido incapaz de aplicar su propio plan de seguridad para imponer el orden en Gaza.