Policías paquistaníes vigilan el hotel de Peshawar donde estalló ayer la bomba. Foto: ALI IMAM/REUTERS

TW
0

EP/AP-PESHAWAR
El atentado suicida perpetrado ayer en un hotel de Peshawar, cerca de la frontera con Afganistán, en el que murieron 25 personas y otras 30 resultaron heridas, supone un elemento más de inestabilidad para el Gobierno del general Pervez Musharraf, asediado ya por las protestas y disturbios posteriores a la destitución del presidente del Tribunal Supremo, Iftijar Chaudhry. El ataque podría estar relacionado con la muerte del mulá Dadullah, máximo responsable militar de los talibán, uno de cuyos familiares fue detenido en el hotel pocos días antes del ataque en el que falleció el dirigente islamista afgano en Kandahar. El establecimiento era regentado y frecuentado por afganos.

La bomba estalló en plena multitud, desperdigando restos humanos y cascotes por toda la recepción. Pronto fueron halladas las piernas del terrorista suicida con la nota unida con cinta adhesiva en la que se decía que todos los espías tendrían el mismo destino que las víctimas del ataque, según informó el jefe de la Policía provincial, Sharif Virk.

El suicida detonó su bomba en la planta baja del hotel Marhaba, situado en el casco viejo de la ciudad paquistaní, cuando ésta se encontraba abarrotada por la gente que tomaba su almuerzo en ese momento.

En la nota también figuraba la palabra persa 'Jurasan', utilizada habitualmente en los vídeos propagandísticos talibán para referirse a Afganistán. Sin embargo, las autoridades niegan que proporcionaran ninguna información de inteligencia sobre Dadullah. Dos funcionarios de la seguridad informaron de que un familiar cercano de Dadullah fue detenido en el restaurante hace unos días. No quisieron relacionar la detención del familiar de Dadullah con la operación que finalmente terminó con su vida el pasado domingo en una operación de EEUU.