Las tropas libanesas no pueden entrar en los campos de refugiados palestinos desde la firma del acuerdo de 1969 en el que se fijó el estatus de estos lugares, que dejaba la seguridad de los campamentos en manos de los propios palestinos y sus organizaciones.
La redoblada campaña de artillería reforzó las posiciones de las tropas libanesas que, según fuentes militares, consiguieron hacerse con el control casi total de la playa y de varios edificios dentro del campo.
Sin embargo, el Ejército ha desmentido oficialmente que haya planes por ahora para tomar al asalto Nahar al Bared.
El general Hash Esleinan explicó que las fuerzas armadas han adoptado una estrategia de hostigamiento, que comenzó el viernes con ráfagas dobles desde los cañones que hay en las entradas norte y sur del campo y desde los que se encuentran en las colinas al este de Nahar al Bared, pero negó una entrada inminente en el campo. «El Ejército controla la periferia, pero no entrará hasta que no haya una autorización legal», dijo.
Sin embargo, la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) en el Líbano dio el viernes luz verde al Ejecutivo del primer ministro, Fuad Siniora, para tomar las medidas necesarias para acabar con la revuelta. Los propios milicianos de Fatah al Islam reconocieron en un comunicado que se han retirado de posiciones en el noreste de la barriada, pero que ésta obedece tan sólo a «motivos tácticos».
Pese a estos avances, persisten muchas dudas sobre el posible resultado de un asalto.
Los milicianos se mueven con suma habilidad por las callejuelas del campamento y permutan constantemente sus posiciones sin que las tropas puedan impedirlo pese a los bombardeos.
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