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AGENCIAS
Varios frentes informativos continún abiertos y al rojo vivo en Oriente Próximo, donde distintos conflictos mantienen elevado el tono de violencia. En el Líbano, una tensa calma reinaba ayer en el campamento de refugiados palestinos de Nahr al-Bared, en el norte, después de que el Ejército libanés y milicianos islamistas declararan el fin de 33 días de combates. Los enfrentamientos en esta zona, que dejaron 172 muertos, han sido el peor brote de violencia interna desde la guerra civil entre 1975 y 1990. El humo aún se cernía sobre los edificios alcanzados por los bombardeos en una de las entradas del campamento, pero el silencio sólo se rompió con algunas explosiones y una breve ráfaga de disparos tras el amanecer.

En Palestina, el presidente Mahmud Abás destituyó ayer a Rashid Abu Shbak, uno de los máximos responsables de los organismos de seguridad, y por ende de la derrota de las fuerzas de la ANP y de Al Fatah en la lucha por el control de Gaza que ganó el Movimiento de la Resistencia Islámica Hamás. Abu Shbak era el lugarteniente del hombre fuerte de Al Fatah en Gaza y asesor de Abás Mohamed Dahlán, y dirigía los servicios de seguridad interior de la ANP, fuertemente identificados con el movimiento nacionalista.

De forma paralela, al menos 17 supuestos insurgentes iraquíes murieron ayer en los enfrentamiento con tropas estadounidenses cerca de Baquba, capital de la provincia de Diyala, donde una gran ofensiva militar entró ayer en su cuarto día.

Los rebeldes murieron después de que varios helicópteros los detectasen y disparasen contra ellos cerca de la ciudad de Jalis, cuando preparaban nuevos ataques contra las fuerzas iraquí-estadounidenses, según el mando norteamericano.