Musharraf celebró una reunión con altos cargos de su Gobierno y de las fuerzas de seguridad, a los que instruyó para que tomen en cuenta las propuestas de un grupo de ulemas (doctores del Islam) que se encargarán de dialogar con los radicales.
En el interior del templo permanece un «núcleo duro» de integristas que, según calculan las autoridades, mantienen como rehenes a entre 300 y 500 estudiantes islámicos, entre los que hay mujeres y niñas.
Los muros que rodean la mezquita y las dos escuelas coránicas adyacentes, una masculina y otra femenina, fueron derribadas por las fuerzas de seguridad con explosiones controladas durante el fin de semana, lo que hizo crecer la tensión ante la posibilidad de un asalto militar.
También insistió en que se debe convencer a través del diálogo a los extremistas para que dejen las armas, al tiempo que, de acuerdo con los altos cargos del Gobierno, declaró la alerta de seguridad en todo el país, para evitar situaciones de riesgo en otras ciudades.
En el interior del recinto de la mezquita permanecen cientos de mujeres y niños estudiantes de las escuelas coránicas y que, según el Gobierno, son rehenes de un grupo de 50 a 80 radicales armados.
Fuentes de los servicios de Inteligencia han indicado que en esta brigada de integristas participan militantes extranjeros, entre ellos uzbecos, chechenos y árabes, además de docenas de «yihadistas» locales vinculados a la red Al Qaeda.
Las mismas fuentes, que trabajan junto a las fuerzas de seguridad en la llamada «Operación Silencio» en torno a la mezquita, sostienen que los militantes están bien entrenados en tácticas de combate y terroristas.
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