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OTR/PRESS-ISLAMABAD El Gobierno de Pakistán volvió a ceder ayer a las presiones de Washington en un movimiento que seguramente incrementará el odio que los radicales islamistas le profesan al presidente, el general Pervez Musharraf.

El Ejecutivo decidió librar a Benazir Bhutto, líder del principal partido de la oposición, el Partido del Pueblo de Pakistán, del arresto domiciliario al que le había relegado, durante la jornada de ayer.

Los efectivos de las Fuerzas de Seguridad que desde ayerpor la mañana rodeaban la casa de Buhtto para impedir que saliera se retiraron después de que la Administración de George W.Bush, le recordara al Gobierno de Musharraf su obligación de «respetar la libertad de movimiento».

En la mañana de ayer, cientos de soldados de las Fuerzas de Seguridad del Gobierno pakistaní habían rodeado por completo la residencia de Bhutto en Islamabad, colocando alambre de espino, barricadas y desplegando vehículos blindados en la zona.

El objetivo era que la líder del principal partido de la oposición acudiese a una manifestación en Rawalpindi que había sido prohibida por el Gobierno porque significaría el incumplimiento del estado de excepción decretado en el país.

Por la tarde, el secretario de Interior, Kamal Shah, confirmó que el arresto domiciliario había sido «suspendido», según informaciones de 'Al Jazeera' recogidas por Otr/Press, por lo que los efectivos de las Fuerzas de Seguridad abandonaron el lugar una vez que se retiró la orden por la que debían vigilar que la ex primera ministra no saliese del edificio. No obstante, un pequeño grupo de agentes permaneció en la zona para garantizar la seguridad, después de que en las primeras horas en las que se hizo efectivo el arresto se produjeran enfrentamientos con los simpatizantes de Bhutto.

Según Shah el arresto domiciliario respondía a las advertencias de la Policía de que hasta ocho terroristas suicidas se habían infiltrado en Rawalpindi, una «situación específica de seguridad» que se había resuelto por la tarde.

Si bien es cierto que más de 130 personas murieron el mes pasado cuando Bhutto hizo su triunfal regreso a Pakistán desde el exilio.