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MATT SPETALNICK-SOCHI El presidente de Estados Unidos, George W. Bush, y el de Rusia, Vladimir Putin, intentarán calmar las tensiones surgidas por el escudo de defensa antimisiles y la expansión de la OTAN, y pulir sus legados en una cumbre de despedida en el Mar Negro, que comenzó el sábado (los dos mandatarios dejarán su cargo en menos de nueve meses). Bush aterrizó en Rusia para mantener las últimas conversaciones cara a cara con Putin, antes de que termine el mandato del ruso en mayo. El líder estadounidense llegó tras una conferencia de la OTAN en Bucarest, que tuvo resultados mixtos para sus proyectos.

Bush espera sacar provecho del tono menos estridente que tuvo Putin en la cumbre de la OTAN, donde se quejó de lo que llamó amenazas emergentes a la seguridad de Rusia, pero imploró a los líderes de la alianza: «Seamos amigos, muchachos». Previamente, mientras Bush viajaba al centro turístico Sochi, en el mar Negro, para una cumbre de dos días en la residencia de vacaciones de Putin, una portavoz de la Casa Blanca dijo que el diálogo acerca de los planes estadounidenses de instalar un escudo antimisiles en Europa del Este estaba «caminado en la dirección apropiada».

Pero la portavoz, Dana Perino, reconoció que sería necesario trabajar más después de Sochi para lograr un acuerdo de compromiso para el proyecto. Putin se opone ferozmente al escudo porque dice que amenaza la seguridad rusa. Perino dijo a periodistas que los dos presidentes esperan firmar un acuerdo en Sochi sobre el «marco estratégico» de las relaciones ruso-estadounidenses, un documento que algunos observadores dicen que es diseñado a destacar el legado que dejarán a sus respectivos sucesores.

Bush está intentando salvar un legado de política exterior dominado por la Guerra de Irak, que perjudicó la credibilidad de Estados Unidos. También está luchando por mantener su relevancia en el escenario mundial ahora que su administración económica está bajo fuego y la atención concentrada en quién será su sucesor en enero del 2009.

Por su parte, Putin busca asegurar una transición pacífica de la presidencia para su protegido, Dmitry Medvedev. Bush dialogará de forma separada con Medvedev hoy mismo y tendrá la posibilidad de medir cuánta influencia mantendrá Putin en el Kremlin como primer ministro.