Partidarios del Gobierno de Hariri bloquearon ayer con barricadas la principal carretera entre Beirut y la frontera con Siria. Foto: M.ZAATARI/REUTERS

TW
0
OTR/PRESS-BEIRUT La lucha entre la oposición islamista y el Gobierno prooccidental en el Líbano vivió ayer su segundo día, con enfrentamientos en las calles, cortes de carreteras o el bloqueo del aeropuerto, entre otras acciones generadoras de un clima de parálisis y tensión que en Beirut se tradujeron también en disparos entre facciones.

Este nuevo episodio en la crisis de la estancada política libanesa sigue sin tener un rumbo claro, si bien Hezbolá, principal facción opositora, advirtió de que las últimas iniciativas del Ejecutivo suponen una «declaración de guerra». El líder de la coalición gobernante, Saad al Hariri, respondió a estas advertencias ofreciendo un acuerdo, con la confianza de que éste no llegue demasiado tarde.

El culpable
El líder de Hezbolá, Hassan Nasralah, acusó al Gobierno de haber iniciado el conflicto obligando al desmantelamiento de la red de comunicaciones de la formación opositora. «Esta decisión es, primero de todo, una declaración de guerra» contra «la resistencia y sus armas en beneficio de Estados Unidos e Israel», denunció en rueda de prensa. Lo cierto es que Líbano, sin presidente desde el mes de noviembre por la falta de acuerdo, sufre un auténtico clima de conflicto civil que la oposición asegura que no quedará desconvocado hasta que el Ejecutivo rectifique.

Partidarios de Hezbolá mantuvieron bloqueado ayer, por segundo día consecutivo, el aeropuerto de Beirut. La empresa de transportes nacional 'Middle East Airlines' suspendió sus vuelos a la espera de «avances positivos». Por su parte, partidarios del Gobierno bloquearon la carretera que une Beirut con el sur del país, predominantemente chií, y establecieron barricadas en la que lleva a la frontera con Siria, un apoyo clave de la oposición.